Cain Velasquez marcó un hito en el joven deporte de las MMA
En los últimos ocho años me tocó ver a Caín Velásquez en muchas circunstancias diferentes. Días de prensa, entrevistas uno a uno, giras de promoción, comidas de negocios, entrenando en AKA, de fiesta con Luke Rockhold y Daniel Cormier y hasta en momentos más cercanos con la familia.
En la victoria y en la derrota, cubrí sus últimas siete peleas dentro del octágono y todas sus visitas a México. Siempre me quedó claro algo: Caín es más grande que todo el MMA en este país.
Por sus dimensiones físicas era difícil que pasara desapercibido, pero el impacto de su victoria ante Brock Lesnar lo llevó a otra dimensión. Cuando caminábamos cerca de él en las calles de la ciudad de México se escuchaban los muros, “es el de las peleas, el que le ganó al gringo y al brasileño”; en los restaurantes se vaciaban las cocinas, se acercaban los meseros y comensales para pedirle una foto.
A pesar de lo complicado que resultó venir a pelear en México, lo cierto es que el UFC basó su estrategia para cruzar la frontera sur en su presencia. Un The Ultimate Fighter donde él era entrenador y una cartelera donde él fuera protagonista fueron las claves para abrir las puertas a toda una generación de peleadores, encabezados por Erik Pérez, y aficionados que hubieran querido verlo más de una vez.
En los últimos 10 años, la comunidad del MMA ha crecido exponencialmente en México, pero el aporte de Velásquez fue clave para llevarlo a los medios masivos, a cruzar la barrera de los blogs especializados a los diarios y grandes cadenas donde su nombre siempre fue referente de la disciplina.
Hoy, México tiene una historia con más de 30 peleadores nacidos en territorio nacional que han debutado en el UFC y un brillante futuro con peleadores rankeados como Yair Rodríguez, Irene Aldana, Alexa Grasso y Brandon Moreno que sembró un gigante llamado Caín Velásquez.