La mano izquierda y los ataques verbales de McGregor son dos de sus armas más potentes a la hora de enfrentar a rivales ¿Qué pasa si una de esas armas se neutraliza? ¿Esto parece estar haciendo Diaz?
Conor McGregor ha sido un especialista en jugar con la mente de sus oponentes. Desde su llegada a UFC, las intimidaciones, burlas y ultrajes ayudaron a “The Notorious” a ganar de forma impresionante sus peleas, al punto de convertirse en el Rey Midas de las declaraciones; todo lo que salía de su boca era oro.
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Ante los micrófonos, el irlandés construyó la imagen inalterable del peleador que hacía lo que decía, sin errores, basado en su enorme fuerza mental y física. Una barrera impenetrable que anuló los intentos de sus rivales por tartar de vulnerarlo. Conor nunca les permitió que jugaran con él. En cambio, él lo hacía como juega el gato antes de comerse al misero ratón.
Pero algo dejó de funcionar bien, o comenzó a funcionar a la inversa. Nate Diaz no tenía nada planeado más que ser quien es; el que da valor igual a cero si lo ovacionan como soberano o lo atacan como perro callejero. Nate ya lo ha visto todo en el juego, por eso no es sensible a los alagos, ni débil ante los insultos. Para algunos casos el dedo de en medio es la respuesta.
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Entonces ¿Qué puede sentir McGregor cuando despliega lo mas visceral de su repertorio contra Diaz sin obtener el desbalance que busca? Aunque Diaz parece reaccionar más cuando Conor está callado. En la conferencia de prensa Conor llegaba y Nate se iba… Luego el caos. ¿Pero quién fue el emocionalmente afectado?
Lo cierto es que el factor mental ha puesto en evidencia que el fuego no se bate a duelo con fuego, sino con más gasolina. En este caso Diaz ha hecho arder la llama de la irritación de McGregor al punto que sus impulsos han mostrado un lado diferente del peleador. ¿Estará Díaz en su cabeza?